Biblioteca en el oasis

155 Los cuentos de Flannery O’Connor divisiones de clase y de raza, corrompido por los pecados más aberrantes y atroces, se convierte en escenario de los inescruta- bles designios divinos. Como Eudora Welty o las citadas Carson McCullers y Harper Lee, Flannery O’Connor ha colaborado en la configuración del «gótico sureño» que, en sí mismo, se ha convertido en un género de la literatura americana; pero en su invocación de ese sustrato bárbaro, regido por la violencia, se revela una intención más ambiciosa que la mera recreación de un mundo acaso ya extinto, o sólo superviviente a través de ciertos rasgos atávicos. Sus relatos, a la postre, constituyen alegorías de la historia humana, presididas por el misterio de la intervención divina, que el hombre puede abrazar o rechazar. Los cuentos de Flannery O’Connor conforman un corpus magistral, una de las cimas de la literatura del siglo XX, no sólo por sus bondades literarias –ambientaciones vívidas, personajes trazados con palpitante acierto a través de un estilo que sabe a un tiempo ser meticuloso y sucinto, desenlaces que nos golpean con la ferocidad de una puñalada–, sino también por su capa- cidad para penetrar en las entrañas mismas del alma humana, allá donde se dirime su destino sobrenatural. Muchos lectores se han aproximado con recelo a las narraciones de Flannery O’Connor, por considerarlas en exceso perturbadoras o pesimis- tas. Creo, por el contrario, que en su carácter perturbador reside la prueba definitiva de su grandeza y de su vigencia. Flannery O’Connor era, en efecto, una escritora tocada por la Gracia.

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